lunes, 5 de noviembre de 2012

Mis filósofos preferidos II: Proceso y condena a muerte de Sócrates, acusado de antisistema y de corromper a la juventud.



(In Memoriam Agustín García Calvo)

Pese a la escasez de textos propios que dejó Sócrates, el legado de este filosofo griego del siglo V a. de C. es inmenso. Platón, Cimón y otros discípulos suyos contribuyeron a ello. Incluso algunos que no lo apreciaban tanto como Aristóteles, hizo un gran elogio a posteriori a Sócrates: “Para hacer justicia a Sócrates, hemos de reconocer que el invento la manera inductiva de argumentar y las definiciones universales. Ambas son el fundamento de la ciencia”. A las definiciones universales de Sócrates, Platón las denominó Ideas puras. Y sostuvo que las cosas sensibles o reales existen por ellas o participan en ellas. Es decir las cosas reales no existirían, no serian comprensibles sin esas ideas o definiciones universales. Combatió las ideas de los llamados sofistas, palabra que ha quedado peyorativamente para discursos demagógicos o, simplemente, falsos.  Y supuso un punto y aparte en la historia de la filosofía. Es el proceso que conduce a su muerte quizá el episodio mas conocido de su vida. Demostrando que fue mas valorado mas a posteriori que en su tiempo, como ocurre demasiadas veces con los genios. 

En el año 399 a de C. tuvo lugar el proceso que acabaría con la condena a muerte de Sócrates.  Este acontecimiento tuvo un marcado trasfondo histórico y político. Tras la guerra del Peloponeso, se instauró en Atenas un gobierno de treinta tiranos que acabó en una guerra civil, con la consiguiente restauración de la democracia. Cuatro años después de este hecho se produce el proceso contra Sócrates. Se buscaban por todas partes paz y tranquilidad, un poco de sosiego después de la sangrienta guerra, y no se regatearon esfuerzos y “olvidos” para conseguirlo. Sócrates se había opuesto a la condena de los generales atenienses que no habían tributado las honras fúnebres y de duelo pertinentes a los marinos atenienses náufragos de la victoriosa sobre Esparta batalla de las islas Arginusas…Pero mas allá de este hecho puntual, Sócrates tenía ya entonces 70 años, y durante medio siglo había molestado a las gentes de Atenas, no con su predicación, sino con su ejemplo. Sócrates no se propuso convertir a nadie, no amenazaba al pueblo como un profeta, ni lo soliviantaba como un agitador. Cumplía religiosamente sus deberes de ciudadano, y sin embargo se le acusó de corromper a la juventud. En una palabra de ser un antisistema. Como se hace ahora con Agustín García Calvo, Jose Luis Sampedro y otros)

Quienes sostuvieron la acusación contra Sócrates fueron probos ciudadanos que querían servir a la comunidad y acabar con la corrupción y la subversión. Aquellos fiscales vieron como el filósofo se paseaba por el ágora, interrogaba a todos y les decía que nada sabían. Multitud de jóvenes le seguían y…lo tomaron por otro corruptor de la juventud, un sofista más. Gran equivocación fue su condena a muerte, cometida precisamente con el hombre que se había distinguido en luchar y vencer a todos los sofistas.

Sócrates utilizó en su defensa el que seria su legado. En la primera parte de su defensa utilizo un discurso atrevido, inteligente  e irreverente: “Vosotros decís que yo no creo en los dioses, pero que creo en los hijos de los dioses (esto es, los conceptos abstractos. Ahora bien, si creo en los retoños de los dioses, debo creer en los dioses también, porque nadie que afirme la existencia de los mulos, negara que existan caballos y asnos”. Mas adelante, argumento contra la acusación de corromper a la juventud, en estos términos: “Yo os digo que la virtud (hoy diríamos un comportamiento ético y ciudadano) no se obtiene con dinero, sino que de la virtud provienen las riquezas y todos los bienes, tanto para el individuo como para la sociedad. Esto es lo que enseño, y si esto corrompe a la juventud, mi influencia sobre ella es en verdad perniciosa. Por lo tanto, atenienses, condenadme si queréis, pero ahora os digo que no cambiaría de conducta aunque tuviera que morir mil veces…”Al llegar a este punto la multitud enardecida le interrumpió. Pero el filosofo continuó: “Atenienses, escuchad, hemos convenido en que me escucharais hasta el final, y aunque pienso que voy a deciros algo que indudablemente os indignará, pido que no os irritéis. Quiero deciros que si me condenáis, os haréis mas daño a vosotros que a mi mismo….”

Sócrates hubiera podido librarse de la muerte con otro tipo de discurso del que sin duda era capaz, como sofista y demagógico, que dicen que era, exculpatorio y laudatorio a sus conciudadanos o salir del paso con una multa, que hubieran pagado sus discípulos, pero quiso morir y bebió la cicuta en la cárcel, rodeado de un puñado de amigos y discípulos…sin dimitir de sus ideales. Se le acuso de corruptor de la juventud, por enseñarle el método deductivo y dialógico y hacerles dudar de los dioses que no tienen una traslación a la vida real y a las ideas morales de los ciudadanos. Se le acusó de sofista (demagógico, oportunista, palabrero), y cuando luchó contra ellos venciéndoles a través de la practica del dialogo que desvelaba sus trampas, de antisistema, cuando fue toda su vida, un defensor con el ejemplo de las virtudes ciudadanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario